Universidad de Los Andes
Núcleo “Dr. Pedro Rincón Gutiérrez”
Departamento de Comunicación Social
La historia social de la ciencia y la
tecnología.
(ENSAYO)
Arellano
Fabián
Martínez
Leidy
Romero
María
Sánchez Winder
El
desarrollo social acarrea el cambio de costumbres humanas sobre su convivencia,
e interacción mutua. Dichos cambios se han dado a nivel mundial por diferentes
escalas y en diferentes épocas, lo que se traduce a culturas distintas en las polis
principales.
Tanto
la cultura como la ciencia toman un importante punto en el desarrollo social,
ya que se da como educación al hombre y por trabajo del mismo. Generación tras
generación el hombre se ha quitado la venda sobre teorías estables y se ha dado
cuenta como nuevos descubrimientos puede resolver problemas ciudadanos.
No
todo está dicho ni hecho, a estas alturas el ser humano ha perdido la capacidad
de asombro y sabe que la ciencia puede seguir sorprendiendo y educándolo con
nuevos hallazgos.
Por
muy primitiva y borrosa que sea nuestra idea de cambio social, sería difícil
negar que la ciencia y la tecnología figuren entre los elementos que
contribuyen a producir cambios en la sociedad. El desarrollo científico y
tecnológico es uno de los factores más influyentes sobre la sociedad
contemporánea.
La
globalización mundial, polarizadora de la riqueza y el poder, sería impensable
sin el avance de las fuerzas productivas que la ciencia y la tecnología han
hecho posibles. Los poderes políticos y militares, la gestión empresarial, los
medios de comunicación masiva, descansan sobre pilares científicos y
tecnológicos. También la vida del ciudadano común está notablemente influida
por los avances tecnocientíficos.
La
actividad que denominamos ciencia se desenvuelve en el contexto de la sociedad,
de la cultura e interactúa con sus más diversos componentes. Al hablar de
ciencia como actividad nos dirigimos al proceso de su desarrollo, su dinámica e
integración dentro del sistema total de las actividades sociales. Desde esta
perspectiva se promueven a un primer plano los nexos ciencia/política, ciencia/ideología,
ciencia/ producción, en general ciencia/sociedad.
El
conocimiento aparece como una función de la existencia humana, como una
dimensión de la actividad social desenvuelta por hombres que contraen
relaciones objetivamente condicionadas. Sólo dentro del entramado que
constituyen esas relaciones es posible comprender y explicar el movimiento
histórico de la ciencia.
El
concepto de ciencia se suele definir por oposición al de técnica, según las
diferentes funciones que ellas realizan. En principio la función de la ciencia
se vincula a la adquisición de conocimientos, al proceso de conocer, cuyo ideal
más tradicional es la verdad, en particular la teoría científica verdadera. La
objetividad y el rigor son atributos de ese conocimiento.
La
ciencia ha cambiado considerablemente, desde una ciencia basada en la
contemplación, para luego orientarse al descubrimiento y finalmente, lo cual
sería su rasgo contemporáneo, a la investigación. La investigación se refiere a
la actividad de producción de conocimientos que se despliega a partir de los
resultados anteriores expresados en modelos, leyes, teorías y también,
instrumentos, equipos, experiencias, habilidades, todos los cuales son
constructos creados por el hombre con el fin de explicar y manipular. Esa
utilización de los resultados precedentes, su modificación permanente, el cruce
de informaciones, modelos, es lo que constituye la ciencia en una tradición
acumulativa de conocimientos y prácticas.
La
función de la técnica se vincula a la realización de procedimientos y
productos, al hacer cuyo ideal es la utilidad. La técnica se refiere a
procedimientos operativos útiles desde el punto de vista práctico para
determinados fines. Constituye un saber cómo, sin exigir necesariamente un
saber por qué. Ese por qué, es decir, la capacidad de ofrecer explicaciones, es
propia de la ciencia.
Históricamente
han existido civilizaciones dotadas de técnicas desarrolladas y escaso
conocimiento científico: Egipto, China, el Imperio Inca, son algunos ejemplos.
En cambio la civilización griega clásica avanzó más en la ciencia, acompañada
de una técnica menos avanzada.
El
pensamiento griego menospreciaba la técnica, lo práctico y consideraba superior
la vida contemplativa o teorética. Platón y Aristóteles propusieron que ningún
trabajador manual pudiera ser ciudadano; el trabajo artesanal y manual es
vergonzoso y deformador. Aquí encontramos un de los orígenes remotos del
privilegio concedido a la ciencia como teoría más que como práctica social y
también una de las razones del énfasis excesivo en la diferenciación entre
ciencia y técnica (o tecnología) que hasta hoy nos acompaña.
El
Renacimiento marcó un punto de viraje al establecer el primado del hombre sobre
la naturaleza. El dominio del hombre exige del conocimiento, de un saber útil.
Con ello la idea de un saber desinteresado va a ir cediendo paso a la idea de
un saber útil, orientador de una práctica de dominio de la naturaleza. La nueva
ciencia natural alimenta el proyecto de aprovechar el descubrimiento de leyes
naturales para dominar la naturaleza. Más aún, esos conocimientos permitieron
inventar máquinas que se basan en proyectos racionales sustentados en la nueva
ciencia, abstracta y matematizada; esas particularidades son las que le
permiten proyectar instrumentos y prácticas, es decir, inventar.
Es
ese proceso de articulaciones renovadas entre conocimiento teórico, abstracto,
matemático y creación de equipos, aparatos, máquinas, lo que permite el
tránsito a la tecnología: la técnica se enriquece en virtud de su asunción
dentro de un nuevo horizonte de racionalidad, la racionalidad científica,
alimentada de un móvil utilitario.
La
nueva ciencia vino a proporcionar posibilidades inéditas a la técnica, esa
creencia fue posible por su estrecha relación con los desarrollos técnicos y
sus demandas. La mecánica de las máquinas de tiro experimentó grandes avances
en la Edad Media con la introducción del trabuco o catapulta de contrapeso y
del cañón.
A
diferencia de la ingeniería clásica, dedicada a la producción de artefactos, la
balística ingenieril renacentista se interesó por los problemas del uso de
estos, es decir, problemas de tiro. Los problemas de la balística movieron a
Galileo a ocuparse de la caída de los graves. "La ciencia moderna es,
pues, el resultado del reencuentro renacentista entre la antigua tradición
teórica científica y la tradición operativa inmanente en la mecánica
ingenieril.
La
tecnología no es un artefacto inocuo. Sus relaciones con la sociedad son muy
complejas. De un lado, no hay duda de que la tecnología está sujeta a un cierto
determinismo social. La evidencia de que ella es movida por intereses sociales
parece un argumento sólido para apoyar la idea de que la tecnología está
socialmente moldeada.
Pero
también es importante visualizar el otro lado de la relación entre tecnología y
sociedad. Para ello hay que detenerse en las características intrínsecas de las
tecnologías y ver cómo ellas influyen directamente sobre la organización social
y la distribución de poder.
En
la civilización tecnológica que vivimos la tecnología es una red que abarca los
más diversos sectores de la actividad humana, un modo de vivir, de comunicarse,
de pensar, un conjunto de condiciones por las cuales el hombre es dominado
ampliamente, mucho más que tenerlos a su disposición.
En
el corazón de la civilización contemporánea, el desarrollo tecnológico está
alterándolo todo, desde lo económico y lo político hasta lo psicosocial, la
vida íntima de las personas, los patrones de consumo, la reproducción humana,
la extensión de la vida y sus límites con la muerte.
Tal
omnipresencia es un resultado histórico tras el cual se revelan varios procesos
sociales relevantes que explican el estado social actual de la ciencia y la
tecnología. Esos procesos sociales incluyen:
- La
Revolución Científica de los siglos XVI y XVII que dio origen a la ciencia
moderna y desencadenó procesos de institucionalización y
profesionalización de la práctica científica, así como desarrollos
conceptuales y metodológicos que tendrían notables efectos sobre la
ciencia y su relación con la sociedad en los tres siglos siguientes.
- Las
revoluciones industriales y los profundos cambios tecnológicos que las
acompañan. Cambios que conducen a una aproximación creciente con la
ciencia hasta confundirse ambos en la segunda mitad del Siglo XX a través
de la Revolución Científica y Tecnológica. El paradigma tecnológico que se
desenvuelve en las tres últimas décadas ha sido especialmente intensivo en
el consumo de conocimientos e impactante en términos de su alcance social.
- El
ascenso del capitalismo y su dominio planetario, afirmado luego de la
crisis del socialismo europeo. La consolidación de la ciencia moderna y
del capitalismo son dos procesos históricamente paralelos e
interconectados como se mostrará más adelante. La mundialización del
capitalismo es un proceso asociado no sólo a las fuerzas productivas y las
relaciones de producción que le proporcionan su fundamento, sino a las
pautas de consumo que él promueve y a los modelos de desarrollo que
preconiza, a los cuales atribuye una universalidad que sus apologetas
consideran imposible de contestar.
- El
surgimiento, afirmación y crisis del sistema mundial del socialismo. Tanto
por sus esfuerzos y éxitos en el campo de la ciencia y la tecnología, como
por las respuestas que sus avances demandaron del capitalismo en el
contexto de la guerra fría, la existencia del socialismo ha sido un hecho
social fundamental para explicar el desarrollo científico y tecnológico de
este siglo.
- La
fractura planetaria entre países desarrollados y países subdesarrollados.
La riqueza mundial está sumamente concentrada en un grupo de países lo que
les proporciona un enorme poder en las relaciones internacionales. Ese
poder se apoya en el dominio de la ciencia y tecnología, aún más
concentradas que la riqueza. Esa polarización tiene consecuencias enormes
para cualquier país que intente desarrollar ciencia y tecnología.
En el siglo XX apareció una nueva ciencia: la Seguridad Industrial.
Nace por la imperiosidad de disminuir lo accidental que se incorpora a las
tecnologías, las eventualidades que ocurren en cualquier proceso que pretenda
rigurosamente guiarse por teorías científicamente comprobadas.
Y es que estamos en medio de un cosmos de
enormes ocurrencias, tales que ni aun todo el conjunto de la ciencia y
tecnología actual, pueden predecir al detalle. Junto con estos asuntos aparecen nuevas preocupaciones éticas
relacionadas con la manera en que las sociedades humanas deberían coexistir con
otras especies y explotar los recursos mundiales. En este sentido, la ética se
introduce en las preocupaciones medioambientales, que son el segundo legado más
importante de las enormes inversiones en ciencia y tecnología realizadas en el
siglo XX. Aparece entonces lo casual, lo accidental, lo que no es
esencial al proceso de trabajo donde se ejecuta determinada tecnología. Pero
simultáneamente aparece el ser humano estudiando el proceso accidental. Crear
modelos de accidente es sumamente importante para someterlos a prueba y
demostrar las causas que generan los riesgos. También para evitar la
argumentación de casualidad pura como condición para la existencia del
accidente.
Bibliografia
Arocena, R. (1993): Ciencia,
tecnología y sociedad. Cambio tecnológico y desarrollo. Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires.
Arocena, R. (1995): La
cuestión del desarrollo vista desde América Latina, EUDECI, Montevideo.
Barnes, B. (1995): Sobre
ciencia, RBA Editores, Barcelona.
Ben-David, J; A. Zloczower
(1980): “El desarrollo de la ciencia institucionalizada en Alemania”, Barry
Barnes (ed) Estudio sobre sociología de la ciencia, Alianza Universidad,
Madrid.
Cassiolato, J.E.(1994):
"Innovación y cambio tecnológico", en Martínez, E (1994).
Cerejido, M. (1996):
"En América Latina ya podemos investigar, el próximo paso es tratar de
hacer ciencia", Interciencia, marzo -abril, vol.21, Nº 2, Caracas.
Ciapuscio, Héctor P.(1994):
El fuego de Prometeo. Tecnología y sociedad, EUDEBA, Buenos Aires.
Martínez, E (ed.) (1993):
Estrategias, planificación y gestión de ciencia y tecnología, Nueva Sociedad,
Caracas.
Martínez, E. (ed.) (1994):
Ciencia, tecnología y desarrollo, Nueva Sociedad, Caracas.